15 junio 2007

Creo que solo pude meter una foto, ¡pero que foto!



Es un día tranquilo, las once y diez de la mañana, sonando "chinchetas en el aire" (me marcho pá trabajá, y a veces temo falsamente sonreír, el viento me daba igual, si a mi me lleva, lo que me queda está por venir, en una casa de cartón para poderte amar, que rápido vino el cielo de nubes negras, yo sueño con tu calor, no quiero despertar,…), un día sin obligaciones, sin clases, con un buen solecito fuera que incita a nadar unos largos, leyendo, jugando con los perros, en un rato iré a recoger setas, un buen día para estar tranquilo.
Aunque el día empezó extraño, ya que hace una semana nos cambiaron la ducha de la habitación, con la mala suerte de que dejaron una salida de agua abierta sin que lo supiéramos, y de repente esta noche le dio por brotar y brotar agua, cuando despertamos por la mañana toda la ropa, el plato de Yuma, y la propia perrita naufragaban en un mar que llegaba hasta el pasillo. Tocó achicar, vaya si tocó, pero se achicó y se achicó bien achicado. El cuarto está seco, la perrita duerme encima de mis pantalones y yo canto por bulerías.
Últimos días del primer año en la escuela, da mucho que pensar, todo lo que hemos ido cambiando todos y cada uno de los estudiantes, como decía una amiga, "estamos en un lugar perdidos del mundo, pero aprendiendo de la vida". Como suena por los altavoces "la vida es un detalle con más secretos que el potaje". La verdad que ha sido un año muy bueno, aprendiendo cada día un poco más, conociendo a una pila de gente interesante, con una chica mucho más que increíble, conociendo un país loquísimo, y sobre todo, aprendiendo mucho de mí mismo. Claro que ha habido momentos malos, de hecho es muy difícil vivir aquí, tan metido en la escuela, que es un gran hermano a gran escala, con tanto tiempo para pensar que te paras a meditar sobre cosas que a otro ritmo de vida nunca pensarías, pero vale la pena, vale mucho la pena, es una oportunidad única en la vida.
Se que escribo poco, no uso el teléfono y estoy mucho tiempo ausente, pero es un hecho que Barba Roja, el gran pirata decía cada vez que atracaban en un puerto extraño, "para volver a casa victoriosos hay que quemar los barcos" y de pronto eso es lo que pasa aquí un poco, es difícil mantener el contacto con el otro lado del océano desde aquí. Pero a pesar de todo, pienso mucho en toda la gente que está más allá del charco, de pronto me despierto en la noche soñando con todo tipo de conocidos de España, y no imagináis las ganas que tengo de veros a todos este verano y dar un repaso de lamidas de orejas y abrazos de oso, besos en el culo y mordiscos en las uñas, escupitajos en los ojos y caricias en las plantas de los pieses.

Llegados a este punto, los humildes lectores pueden hacer un descanso para ir al baño, tomar un café o hacer lo que les salga de la punta del pijo.


Hace dos días que volví de la playa, y como todo en este país, fue un viaje muy loco, lleno de experiencias y de recuerdos, surrealismo cubano en un bolsillo agujereado.
Alquilamos entre cinco un cochecito en La Habana, los elegidos fuimos, Germán Peters, un boliviano especialista en caimanes y demás productos selváticos, Rodrigo y Daniel, dos brasileños risueños, Jana y yo. Atravesando toda la carretera hasta el punto más occidental de la isla, a una hora de México, el destino "María la gorda", una de las mejores playas del lugar, que fue bautizada así en honor de una voluptuosa mujerona venezolana que los piratas abandonaron y se tuvo que dedicar al oficio más antiguo del mundo para sobrevivir, no en vano llamaron al arrecife de coral que bañan sus playas "las tetas de María". Cinco horas de coche para llegar, un viaje divertido, amenizado con la radio cubana, única en el mundo. A una hora de llegar, el primer preludio de lo surrealista que sería el viaje, por una carretera bien pequeñita, rodeada de palmeras y árboles de todas las clases, el asfalto desapareció ya que tan solo había cangrejos en el suelo, una alfombra de cangrejos enormes de los cuales muchos no pudimos esquivar. De verdad que fue muy loco eso, miles y miles de cangrejos en mitad de la carretera, lo más extraño es que aquí nadie come cangrejo.
Al fin llegamos, ya de noche, a la playita, como suele pasar por aquí no había nada más que playa y un hotel, al cual no te dejan pasar si no pagas. Acampamos en la playita, cerca del hotel, hicimos una fogata y en ella cocinamos un buen plato de cerdo con verduras, después vino el ron y las risas.
Al día siguiente amanecimos en una playa increíble, cristalina, así que de desayuno nos pegamos una ronda de buceo, entre peces de colores, caracolas y alguna que otra estrella de mar, una mañana increíble. Yuma se metió por primera vez en el mar, sin que nadie la obligara, de pronto se tiró al mar y empezó a nadar, como solo nadan los perros.
Después del agua nos hicimos amigos del tipo que estaba en la puerta del hotel y de su perro, así que pudimos pasar la tarde en la playa del hotel por la patilla, durmiendo la siesta en las hamacas y comiendo unos bocatas de tomate y queso en plan dominguero que atraían la mirada de los turistas.
Por la noche, con los mosquitos siempre presentes, cocinamos de nuevo en la fogata, creyéndonos auténticos cromagnones y compartimos el ron con Gustavo, el tipo de la puerta del hotel. De pronto otra escena surrealista, de entre la maleza sale un toro salvaje, una bestia de 1500 kilos, el perro de Gustavo, un pastor alemán, se pone a ladrarle y el toro se vuelve al campo. Pero una vez que el perro se distrajo, el toro volvió a salir, y empezó a trotar hacia el mar, se metió en el mar (con todo lo surrealista que puede ser ver a un toro enorme corriendo dentro del mar) unos 30 metros, hasta que cruzó la valla del hotel y allí que se metió, por lo visto allí estaban los mejores pastos, y por lo visto lo hace todos los días, como un reloj, se mete sobre las once y media de la noche y sale a eso de las cuatro de la madrugada. Como todo lo que te parece extraño en este país, no nos quedó más que reírnos y asumirlo, pero de verdad que ver la imagen de un toro gigante corriendo por el mar es algo increíble. Lo asumimos, continuamos con nuestros spaguettis, mirando las estrellas rodeados de luciérnagas.
Al día siguiente decidimos cambiar de playa. Nos fuimos hacia "las tumbas", por una carretera de tierra durante 60km, carretera costera, viendo la unión del atlántico con el caribe, con todo tipo de bichos en la carretera, hasta una iguana de un metro que más bien parecía un dragón.
Al fin llegamos, una playa buenísima también, pero de repente, cuando estábamos a mitad del baño, vimos que estábamos nadando con un tiburón, una cría de tiburón de un metro y pico de largo, y lejos de asustarnos, salimos a coger un cuchillo para ver si lográbamos la cena de la noche, pero se escapó, volvió a la mar, y nos dejó con los corales y las estrellas de mar, horas en el agua, la piel arrugada como una pasa y los huevos pequeñitos y pegados al culo.
Al final de la tarde empezó a llover y no pudimos montar las tiendas de campaña, así que alquilamos una cabaña para dos personas y nos metimos los cinco a dormir, duchita caliente, una cama enorme, y un extraño aparato cuadrado al que le llaman televisión, que mundo extraño.
A la mañana siguiente un potente desayuno (¡huevos fritos para todos! Era el lema), unas horas más de playa, y a medio día de vuelta a la escuela, esta vez sin cangrejos en la carretera, pero esta vez con muchas vacas en mitad de la carretera. Carretera y manta, de vuelta a la escuela, a las evaluaciones de los ejercicios de tres minutos, que fueron ayer. Y ahora aquí, sentado, con el sol entrando por la ventana y los perros mordiéndose el culo.
Voy a intentar meter unas fotos que ilustren el viaje, pero no prometo conseguirlo.
Un abrazo muy fuerte a todos, y una pila de besos bien repartidos.
Fdo. Doctor Orégano.

3 Comments:

Blogger Checho said...

Primoooooooo!!!!!
vi tu llamada de atencion en nuestro blog y asi me lanze a mal-resumir un mes de historias en unas lineas, y ahora, para regalo de mi entresi, veo tus historias y LA foto, jajajaja... lo unico que reconozco son las gafas de buceo, imagino que lo de detras es mi primo...
Yo voy de vuelta a Espana el martes, 2 semanas de locura con boda en Ibiza, celebracion de mi 30 cumplanios y miles de visitas en mente, siento que no nos veamos, aunque estamos cerca, ni Bush ni Castro se ponen de acuerdo para facilitarnos la visita, habra que darles un toque...
Bueno, el caso es que cuando tu vas, yo vengo de alli y cuando yo voy, tu todavias estas aqui (juraria que esta frase la he oido en algun escrito del siglo de oro o en una cancion de OT), Asi que no nos veremos por Madrid.

Te veo muy contento por la Cuba y eso me da mucho gusto, espero que todo siga asi y que tengamos pronto la oportunidad de tomarnos un ron y brindar juntos!!!

Te dejo que la madre Ana me llama por el SKYPE...

Cuidate primo, un abrazo y muchos besos!!!!!!

2:42 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Que sean unas gafas de buceo no es lo extraño; lo verdaderamente asombroso, lo que hace que uno se lleve las manos a la cabeza a la par que se revuelca por el suelo secando el suelo recién fregado es que Pablo está detrás de ellas. -¡Qué mundo más loco!- dice un grande.
Llevo eones soñando con verle las rastas superiores (de las inferiores no hablamos, que la evolución está para poder discernir entre lo necesario y lo secundario) y ¡ea! ¡Oh sorpresa! ¡Oh dolor! ¡Oh mustios collados campos de soledad! Hete ahí que una foto es capaz de cruzar el Atlántico, ascendiendo por ese peazo de giro anticiclónico, luego por la corriente que busca el Báltico y ¡Plaf! me golpea en la cara, tirándome de las comisuras labiales (esta vez no caeré en la repetición de explicar cuáles comisuras) hasta darle la vuelta a mi cráneo. Qué sonrisa amigo, qué sonrisa. Cómo te quiero y anhelo.

Me acaban de hacer Míster Mayo en el calendario de la universidad, sin camiseta y con un embudo gigante en la cabeza. Una red de pescar metida entre los gayumbos y un culo como fondo de pantalla. Estos luteranos...

Qué felicidad emana el extranjero que a todos nos vuelca las vísceras en ese evertimiento probóscico innato a los enamorados. Siento que vuelo cuando me mojo por las mañanas, después de haber colgado diecinueve bicis de unos arbustos y otras tantas de unas rejas; noto que despego siempre que reinvento las palabras "fotaleza", "felicidad", "amor". Y, amigos, eso me lo enseñó el más grande entre los grandes, aquel que ha aparecido parapetado tras las gafas subacuáticas de Rompetechos.
Cómo se le quiere, es imposible no hacerlo.
Fdo: Amante del orégano.

6:11 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

soy tu primo javi,solo decirte que por aqui se viven días de luto por la muerte de EL FARY. Lo siento macho, siento ser yo quién te da esta noticia!!!se ha ido el más grande!!!
1 abrazo primo, tengo ganas ya de verte

5:19 a. m.  

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