10 octubre 2007

It don´t mean a thing if you ain´t got that swing

Domingo 7 de octubre, ya casi llevo un mes en la escuela y no ha habido mucho tiempo para respirar. Unos días tomo aire y otros lo suelto, pero no se puede tener todo a la vez, porque entra el hipo. Es como tratar de comerse dos rebanadas de pan bimbo sin agua, en un minuto, en mitad de la plaza de toros de las ventas con un lleno histórico (no hay localidades), pues eso, que si te entra el hipo estás perdido.
Llevo tiempo pensando para qué sirve este blog, si es que tiene alguna necesidad específica, y no he sabido responderme. Es más, cada vez que lo intento me pongo a divagar, la cabeza se pone a volar y me empiezo a preguntar otro tipo de cosas (por que no estamos acostumbrados a preguntarnos a nosotros mismos, y las respuestas nunca son las que uno buscaba), como decía empiezan a surgir otras preguntas ¿porqué habré nacido hombre y no urraca? ¿cuántos spaguettis hay en una bolsa de spaguettis, es más, todas las bolsas de spaguettis del mismo peso tienen la misma cantidad de spaguettis? ¿para qué sirven las guerras? ¿es cierto que existe un país que se llama Macedonia? ¿tendrá alguna relación con la macedonia de frutas? Y aquí es donde de pronto encuentro un camino, todo se une ¿Por qué la mezcla de frutas se llama macedonia y no ensaladilla de frutas, o al contrario, macedonia rusa? ¿si todos los chinos del mundo se metieran a la vez en la playa las gambas tendrían sabor agridulce?
Creo que ya podéis entender lo que quiero decir, cuando uno se hace una pregunta específica al final surgen otras muchas, y mi respuesta no llega nunca, ¿para qué sirve este blog? Así a bote pronto yo digo, para todo y para nada, pero sobre todo, para dejar salir pensamientos cuando a uno le apetezca. Hoy, a modo de presentación del nuevo año, lo volveré a usar del modo habitual, para tratar de relatar de manera escrita, a falta de unas cañas y unas tapitas, lo que han sido los últimos dos meses desde que salí de Madrid. Pero bien pudiera ser que otros días lo use para otras argucias, dimes y diretes.
Dicho lo dicho, voy a tratar de estrujar mi memoria, de escurrirla hasta la última gota, para empezar con los primeros días en Brasil, un país increíble, un viaje muy lindo. Empezaremos por el principio, porque hay que empezar por alguna parte, y bien pensado, el principio es una buena parte para empezar.
SALVADOR DE BAHÍA (bon fim, lembrança, saudade)
Una ciudad pequeñita, la primera capital del país, un lugar de playa, ritmo y gambas. Fueron días lindísimos, el reencuentro con Jana esperándome en el aeropuerto, un pequeño hotel comandado por un galleguito de 60 años, un baño en la playa y primera comida en Bahía, bien picante, bien sabroso. A todas horas hay gente jugando al fútbol en la playa y conciertos por todas partes.
Conocimos el Pellorino, el casco antiguo de la ciudad, donde históricamente se traficaba con los esclavos, las raíces negras, battucadas por todas partes, una plaza que bien pudiera ser de Salamanca, un poquito de maconha, caipirinhas y mucha música. Si hay algo que destaque en Bahía es la cantidad de música que ten encuentras, samba, jazz, tambores, rock. Mucho flamenquito no había, pero no se echó de menos.
En Salvador hicimos un viajecito, en barco, al Morro de Sao Paulo, allí nos quedamos una noche, una isla increíble. Donde no había coches, toda la isla es de arena de playa, cuatro playas muy sabrosas, probamos la moqueca de camarao (el mejor plato que tomé en Brasil), charlábamos y charlábamos, el tiempo parado en mitad de ninguna parte. Muy bello.
Como siempre que disfrutas, el tiempo pasa rápido, y antes de que nos diéramos cuenta estábamos en Rio de Janeiro, otra ciudad brutal.
Allí nos esperaba Dani, un compañero de guión, que nos recibió bien recibidos, nos metió en su casa y ya nos tenía preparado todo un programa de visitas.
Primero fuimos a su casa en la sierra, donde su padre, un fanático del Vasco Da Gama, nos preparó un asado grandioso, picanha y más picanha, la parte más sabrosa de la vaca, caipirinhas y cervezas, un partido de fútbol donde tuve que realizar de las acrobacias más espectaculares para un tipo con mi barriga, ovación y más cervezas. Allí llegaron más amigos de la escuela y la fiesta acabó en borrachera absurda.
En Rio no hay tiempo para parar, partido en Maracaná (¡¡¡Botafogo Botafogo!!!), partido en Sao Januario (¡¡¡ Vasco se da a campeao, Sao Januario meu calderao !!!), barrio de Lapa, concierto de Jorge Ben, Copacabana, el Cristo con una nube que le atravesaba, Ipanema, casa de amigos. Rio es de las ciudades con mar más bellas que conozco, y al mismo tiempo tiene unos contrastes enormes, las favelas, los niños en la calle. Una ciudad para conocer.
Finalmente llegó Sao Paulo, Babilonia, una ciudad con 25 millones de habitantes, donde salir a la calle es dejarse arrastrar por la marabunta, demasiado para mi cabeza, gente y más gente, no puedes parar, el movimiento te lleva y te arrasa. Fueron pocos días, pero suficientes para entender lo que es vivir en una macro ciudad como esta. Últimas compras, despedidas de amiguetes y lágrimas derramadas al comer el último buen pedazo de carne. Cuba esperaba, EICTV, una escuela distinta a la que dejé el año anterior.
La llegada fue muy linda, reencuentros, abrazos, historias de verano, vasitos de vino por aquí, allá y acullá y una fiesta de bienvenida merecida. Todos iguales, todos distintos. En una semana ya me sentí totalmente adaptado a la escuela, mucho más tranquilo, sabiendo que esta es mi casa durante dos años más y tomándome todo mucho más en serio. Es gracioso, al ver a lo nuevos de primer año como van borrachera tras borrachera les miro y pienso, si, así era yo el año pasado. Es un gran cambio en la vida y al principio cuesta asimilarlo, hay un estado de euforia constante, pero ahora después de un año me siento mucho más centrado, con muchas ganas de trabajar.
La escuela cambió de directores, y ese cambio se está notando, mucho más trabajo, más actividades, más rigor en general, y yo lo agradezco.
Ahora hemos pasado un taller de documental, con cuatro ejercicios de documental que hemos hecho esta semana, lo cual ha significado pasar tres días sin dormir para poder cumplir con los trabajos, pero es bien rico que el día siguiente te pille despierto pero no borracho, sino trabajando con los amigos.
El taller está destinado al viaje que hacemos dentro de una semana, a Santa Cruz del Norte, estaremos un mes allí, sin teléfono, Internet ni papel higiénico, para hacer dos documentales. No sabemos qué nos encontraremos allí ni si querrán traficar con nuestros órganos, pero lo que es seguro es que volveremos con doce documentales filmados.
Hasta aquí llego, me marcho que van a proyectar "Tampopo" una película japonesa bastante interesante, y allí me voy, a descansar el domingo con la peliculilla y luego a cumplir con un ejercicio de guión que tengo para mañana. Domingo dominguete, acá tenemos a un andaluz haciendo una paella, o algo parecido a la paella, y el sábado que viene toca fiesta flamenca, yo he prometido un ali oli.
Seguimos en contacto, una abrazo fuerte y un beso para todas.