25 febrero 2007

Sábado sabadete, 24 de febrero, aún en Cuba

Sábado en la EICTV, día muy tranquilo. Me levanto a las doce y media, hacía tiempo que no dormía tanto y tan bien, desayuno y comida todo en uno, un ratito de charla y de play station, partido del atleti contra el Madrid en la tele, y partidito de fútbol con los compañeros. Ahora una duchita y a las nueve nos vamos a San Antonio a cenar en el Paladar El Patio y luego a tomar unos chatos a La Taberna del tío Cabrera, sitio mítico de San Antonio, el primer bar que hubo en el pueblo, donde habrá conciertillo con el consiguiente guateque (que bonita palabra: guateque, también es bonita pachanga, pero me gusta más guateque, así que si soy yo el que escribe porqué elegir pachanga cuando puedo escribir guateque, ¿ein?).
Ayer pasé el día en La Habana a la búsqueda del mimo que actuará en mi proyecto, no sabía que hubiese tantos mimos en esta ciudad, esta semana tengo que ir a ver ensayar a tres grupos de teatro de mimos clásicos, de donde saldrá el susodicho protagonista. Sin un buen mimo el corto sería una mierda, y me tiene muy ilusionado el proyecto, ya que es el primer trabajo en película de 16 mm. y vamos a trabajar bastante el arte, construyendo decorados, pintando lienzos bastante grandes que simulen una ciudad de fondo, y con bastantes extras, así que hay que buscar un buen actor, si no se nos va todo al garete (otra bonita palabra, garete).
Estas semanas están siendo bien intensas, con todos los proyectos que tenemos que sacar adelante. Yo tengo que producir el corto de un compañero, Rodrigo, un brasileiro bastante loco, nada nuevo. El corto puede estar muy chulo, una comedia musical, con treinta extras, tiene cojones el tema, currando como un perro me tiene, a ver si sale bien compares. La verdad que los proyectos de mi grupo (somos 9) están bastante interesantes, todos bastante creativos y trabajando con muchas ganas.
En estas estamos últimamente, con clases por la mañana y trabajando en los 9 cortos por la tarde, a ver si sale bien. Por otra parte está el viaje a España, que me va a pillar en plena pre- producción y va a ser una locura, pero aprovecharé para comprar ciertas cosas para los proyectos, que en Cuba son difíciles de encontrar. Amigos, el bloqueo sigue, así que aquí no hay anchoas ni pepsicolas.
Cambiando de tema, de lo único que me apetece hablar es de Janaína. Cada día me doy más cuenta de lo increíble que es y de lo bien que lo paso cuando estoy con ella (afortunado que soy, carajo). Nos pasamos el día juntos y cada vez nos vamos conociendo mejor, hay días en que me apetece dar tres volteretas en el aire y dos tirabuzones, con sus cabriolas correspondientes, y lo haría si no hubiese gravedad, porque aquí en Cuba también hay gravedad, a ver qué os habíais pensado, huevones.
La verdad es que es una chica fantástica, que cada día me enseña cosas nuevas, y lo mejor de todo es que se pasa el día sonriendo y riendo, es genial estar con una persona así, no me agobio nunca estando con ella.
Todo es perfecto en esta isla dentro de la isla, aunque a veces pueda a llegar a agotar un poco, ahora no tenemos mucho tiempo para pensar en ello, y una vez que acaben los ejercicios de tres minutos, hacia Mayo más o menos, tendremos todo el tiempo del mundo para tirarnos en la playa y rascarnos la parte más profunda del ombligo, allí donde se acumulan pelusas y pelusillas.
Ahora me despido despidiéndome.
Adiós

11 febrero 2007

Domingo 11 de febrero de 2007, creo

Después de más de cinco meses metido en la escuela, uno siente este sitio como su propia casa, y a los compañeros, como un grupo enorme de hermanos de todas las partes del mundo. La confianza con la gente es total y el buen ambiente y la risa es cosa de cada día. Somos alumnos de primer año, pero tenemos la misma relación entre nosotros que con la gente de tercero, con los trabajadores, profesores y animales del lugar. Es un lugar sin reglas, ni leyes, ni convenciones, es decir, si a uno le apetece salir en calzoncillos por la escuela y rebozarse en gelatina rosa, no hay ningún problema, puede hacerlo que a nadie le va a parecer mal. A menos que la gelatina sea el postre de otro compañero, amigo, con la comida no se juega.
Da igual las veces que te cruces con alguien por un pasillo que siempre te va a dedicar una sonrisa y unas buenas palabras. Es por esto que creo que la escuela es un reducto muy distinto a todo cuanto hay en el mundo. Algo parecido a La Polca pero ochenta veces más grande y con películas en vez de cafés.
Eso no quita para que se eche de menos a la gente que quieres del otro lado del charco, la familia, sobre todo mi hermano, ese cabroncete rubio que ahora debe estar bailando hip hop por las calles de Torrelodones (ese pueblo al que están convirtiendo en un centro comercial gigante, ¿dónde quedaron las quinielas en el Olivas, el Tab con los boquerones en vinagre de la Rosaleda, el melonero y sus melones los domingos por la mañana, las chucherías del Arturo (que caga duro), papá pitufo conduciendo la ruta del St. Michael´s, los partidos en las pistas, o en flor de lis para el que lo prefiera, las pipas del pipero, el cine Charlot, las reuniones en Caramelo, las pizzas del Tua Pizza con su pelillo incluido, Gonzalo peluquero con su taller al lado, Machito danzando por el pueblo, el Pincel a sus noventa y un años con su zumo de tomate, el comedor de Los Ángeles con todos los bichos en la ensalada, eso si que eran bichos, Fernando Ruchi jugando al fútbol sala con el torre en copa del rey,… ay! Hubo un tiempo en que yo vivía en ese pueblo, pero sigamos que si no no acabamos nunca), los buenos amigos, las cañas de los domingos, la litrona en el campo, fueron buenos tiempos para la República…
Pero aquí estamos, y por más que se echen cosas de menos, aquí no hay tiempo para los tristes, así que hay que levantarse la falda y echar a correr por el césped. Y bebe, que la vida es breve dice mi amigo el griego (curioso que lo diga el tipo, siendo tan abstemio como es, ahora está conquistando el mundo, dándole al Risk en esta tarde de domingo tan dominguera, después de ver el fútbol, 2-0 ganó el Barça, qué mejor que conquistar el mundo).
Haciendo balance de la semana la catalogaremos como muy buena.
Esta semana como ya adelanté en capítulos anteriores, empezamos el taller de sonido, con el maestro Borrás, un genio de estos que corren por el mundo sabiendo que nunca llegará a olerse los pies con su propia nariz porque su nariz no es tan larga como él quisiera.
Muy bueno este taller de sonido, que a parte de confirmar que estoy tan sordo como creía, he aprendido cosas bastante interesantes sobre esa cosa curiosa que es el sonido, y si no que alguien haga la prueba, que se pase una tarde con los ojos vendados y que luego me cuente lo cojonúo que es el sonido. Señores, sepan ustedes que solo utilizamos un 20% de nuestra capacidad auditiva, si señor, así son las cosas y así se las estoy contando. Os lo puedo decir más alto, pero no se si me oiríais mejor. Mira como son las cosas, solo basta mencionarle para que aparezca, acaba de pasar por delante de mis narices (no de las tuyas, de las mías) el maestro Borrás.
Y qué bonitas son las mujeres, compare, que eso no se te olvide, y si eres mujer que lo sepas, que sois más increíbles que comer pan con queso.
A parte del taller de sonido, ¿qué contar? Ayer anduvimos por La Habana en la feria del libro, como no podía ser de otra manera, un caos enorme, pero bien grande, parecía que los once millones de habitantes se hubieran juntado en un recinto más pequeño de lo que me hubiera gustado, y eso juntado a la flojera por la falta de sueño (los viernes son como son en la escuela y no se puede hacer nada para cambiarlos, tampoco es que yo quiera cambiarlos oye) hizo que la visita a la feria del libro fuera algo parecido como visitar una trinchera gringa en Vietnam, pero los precios si que valían la pena, los libros a medio euro, estos tipos si que saben proteger la cultura.
Para acabar una recomendación cinéfila, no dejéis de ver Old boy, una película coreana que más bien parece una tragedia griega, buenísima, y con un giro al final que te da la vuelta a todo, muy buena película, y seguramente muy fácil de encontrar.
Vi la peli hace un ratillo, justo después de ver al Barça y de acabar el guión para el tres minutos, a ver que tal sale eso, la verdad es que estamos todos bastante ilusionados con el proyecto de grabar en cine, a mi lo único que me asusta es encontrar un buen actor que haga de mimo, porque no es fácil caballero, aunque ya estoy mirando por la Habana, en algunos grupos de teatro callejero, esperemos que eso se resuelva para bien.
Bueno señores y hasta aquí todo lo que os quería contar, alguna cosa se me olvidará, eso siempre pasa, qué le vamos a hacer.
Ha sido un placer charlar con tod@s vosotr@s por un ratito, cuídense y coman muchas espinacas, así algún día llegarán a ser marineros, ustedes lobos de mar de pelo blanco y tatuajes arrugados.
Un abrazo, un beso y muchas truncias por seguir atentos a todo lo que acontece en este lado del mundo, pequeño pero intenso.
Se os quiere.
Fdo. Julio Iglesias

05 febrero 2007

Vida Cubana

Parece ser, y no son pocos los que me lo han dicho, que en el cielo no hay alcohol, ni mujeres, ni pastillas de color. Así son las cosas en ese sitio lejano y lleno de nubes y nubarrones.
¿Cómo estáis? Yo no puedo estar mejor, ya llevo un mes en Cuba, desde las vacaciones navideñas, y la cosa va cada vez mejor y mejor. Totalmente hecho a la vida en la escuela, me siento como en casa, ahora ando escuchando jazz mientras os escribo estas líneas, después de una duchita bien reconfortante, tras un fin de semana muy distinto a todos los anteriores.
El que os escribe tiene toda la cara bien rojita, ya que he estado todo el fin de semana en la playa, en una de esas playas que salen en las fotos de las revistas de las salas de espera de los dentistas. Una playa de aguas transparentes y arena bien blanquita.
Partimos el sábado a las nueve de la mañana, con una resaca en el cuerpo importante, porque el viernes hicimos fiesta reggae en la escuela y estuve poniendo música hasta que dejé el paso al siguiente y me abracé a los mojitos, así que el sábado amanecí algo mareado, pero con muchas ganas de playa. Después de tres horas de autobús, llegamos a Guamá, un pueblecito pequeñín y muy acogedor, todo el día tirado en la playa, relajando el cuerpo y comiendo bistecs de cerdo cuando el hambre acechaba.
La gente de los pueblos de Cuba no tiene nada que ver con la gente de la Habana, son mucho más solidarios y familiares. El sábado por la noche, después de haber estado todo el día tirados en la arena, nos dimos cuenta de que no teníamos sitio donde dormir, así que fuimos preguntando casa por casa, hasta que encontramos una familia que nos dio de cenar y nos alquiló una casita que tenían vacía, así de fácil. Esta mañana compramos huevos, jamón, fruta bomba, naranjas, y nos hicimos un desayuno de los que marcan toda una época, para luego ir a reposarlo de nuevo a la playa. Un fin de semana de lo más tranquilo.
Ahora son las 11.30 de la noche, recién llegado a la escuela, una duchita y un poco de vino con queso manchego, un cigarrito y tecla que te tecla frente al ordenador, con ganas de saber de todos vosotros. Tan solo decir que pronto haré una visitilla a esa tierra que me vio nacer, una visita rápida y esporádica, una semana no más, aun queda más de un mes, pero por allí me volveréis a ver el pelo seguramente. Será justo antes del ejercicio de tres minutos, que grabaremos en abril creo, un ejercicio que nos trae a todos un poco locos, en cine, por fin, 16 milímetros, que no es poco. Ya tengo el guión medio terminado, la historia de un mimo enamorado seguramente.
¿porqué un mimo enamorado? Porque yo siempre he sido un poco payaso, y estoy enamorado, no hacen falta más explicaciones. Sigo con la chica más linda de todo Brasil, y estamos mejor que nunca, no paramos de reír, lo cual es buena señal, yo no se si se ríe de mi o conmigo, pero verla reír es increíble, así que no pido nada más.
Bueno no tengo mucho más que decir, porque el sol y el salitre me han dejado bien cansadete, y este vaso de vino ya es el preludio para agarrar la almohada con fuerza, así que aquí me despido.
A continuación os dejo la primera entrega de la vida de Ramiro Romanones Embriones, un tipo interesante donde los haya.
Un beso para ellos y un abrazo para ellas.
Se os quiere



Es la historia de Ramiro Romanones la que me cautivó estando en la hamaca tumbado y rascándome ese punto intermedio entre el ombligo y las rodillas, para ser más exactos, el muslo derecho.
Ramiro siempre fue un buen chico, nació en la calle de Alcalá, su madre, que siempre fue una señora de muchas prisas, lo parió allí mismo, haciendo la cola de la pescadería. Preguntada la susodicha contestó, y vaya si contestó, que llevaba tres cuartos de hora haciendo cola para comprar un filete de gallo y cuarto de kilo de merluza (mentira, y mentira gorda, dijo merluza porque la impresionaron los flashes de los micrófonos, pero realmente ella iba a por pescadilla) y que justamente en el momento justo en el que ella iba a poder adquirir dichos productos acuáticos, uséase peces, Ramiro Romanones trataba de hacerse un hueco con la coronilla por entre los gruesos muslos de ella, que aún no la hemos presentado, Cayetana Embriones (aunque la gente la conoce más por "esa"). Ya me imagino la sonrisa de medio lado del lector al adivinar el nombre completo del bueno de Ramiro, si así es, Ramiro Romanones Embriones, ¿y qué? No por llevar ese nombre Ramiro iba a permitir que el mundo se riera de su persona, y mucho menos de sus orejas, porque así es, Ramiro tenía unas orejas bien grandes. ¿Acaso ese dato sirve de algo para el relato? No, pero es algo que no se puede eludir al pensar en Ramiro Romanones Embriones. ¿Acaso el hecho de haber nacido en la cola de una pescadería de la calle de Alcalá influyó en algo en el desarrollo de los aconteceres? Tal vez, o tal vez no, pero si le creó un trauma subconsciente al bueno de Ramiro, desde ese día se convirtió en un vegetariano de esos que comen carne pero no toman pescado, y mucho menos huevas, que ya os estoy viendo venir con la típica preguntita de los cojones ¿y huevas, come huevas? No, no come huevas y punto pelota.
Espero que hasta aquí esté todo claro, porque no pienso repetirlo ya que no me acuerdo de lo que he dicho. Pero es en este punto y solo en este punto cuando uno puede pasar al siguiente párrafo.
Ramiro creció en un ambiente extraño, su madre Cayetana, prostituta de vocación pero monja por elección popular crió a su hijo a escondidas en el convento. Hasta los dieciséis años Ramiro creció en el armario de su madre, escondido entre un montón de sábanas (blancas) dobladas de manera muy meticulosa. Su madre solo le dejaba salir de la oscuridad del armario por las noches, cuando todas las hermanas se hubieran acostado ya, pero Ramiro rehusaba este ofrecimiento, alegando que se encontraba muy a gusto entre ese montón de sábanas (blancas) dobladas de manera muy meticulosa.
Fue a la edad de dieciséis años cuando Ramiro no pudo soportarlo más y salió del armario, por primera vez en su vida (se que es triste tan solo haber conocido la cola de una pescadería y un montón de sábanas (blancas) dobladas de manera muy meticulosa, pero ya sabemos que Ramiro tenía las orejas bien grandes, y eso le distraía), la razón de su escapada no podía ser otra, Ramiro se estaba meando y no aguantaba más. Así que salió, vaya que si salió, y no solo salió, sino que no volvió a entrar. Ramiro corrió hasta el baño y al ver que no llegaba al w.c. apiló una gran cantidad de libros frente al lavamanos hasta que consiguió subirse a éste, y una vez arriba, orinó en todas las direcciones, llevaba dieciséis años aguantando las ganas, así que podéis imaginar el desastre que esa acción originó. Ríos de orín corrían por el convento, una riada que rompió puertas y ventanas, y arremetió contra los transeúntes y los viandantes que transunían y viandaban. De allí viene la famosa expresión "mear como Ramiro".
Fue de esta manera como Ramiro pudo ver por fin la luz del sol, y a punto estuvo de quedarse ciego de tanto mirarla, pero no, si Ramiro tenía algo era instinto, así que decidió que no miraría la luz del sol más de diez minutos seguidos, descansaría otros diez y volvería a mirar otros diez, así sucesivamente, y así fue como pasó los siguientes tres meses de su vida, tumbado en el césped abriendo los ojos cada diez minutos, una vida apasionante la de este hombre.
Una mañana nublada Ramiro por fin se levantó y muy enérgicamente se volvió a tumbar.
Otra mañana se dijo a sí mismo, hablando hacia dentro, Ramiro, tienes que hacer algo, así que se comió un helado y se mordió las uñas de los pies, Ramiro avanzaba lento pero seguro.
Finalmente tomó la opción más fácil, se alistó en la marina de los Estados Unidos, si señor Ramiro, eso es tomar decisiones, se decía mientras mataba amarillos. Pero todo el mundo sabe que nunca se matan tantos amarillos como uno desearía, así que Ramiro poco a poco se fue desencantando de la situación, en cierto modo echaba de menos el montón de sábanas (blancas) dobladas de manera muy meticulosa, aunque sabía que ya no era el mismo, y que nunca más podría volver al armario que tantas alegrías le dio en otros tiempos. Así que Ramiro hizo lo que tenía que haber hecho hace mucho, se fue a comer a un restaurante chino, de esos que te dan una toallita sucia pero humeante para que te laves las manos antes de comer. De esta manera trataba de hacer las paces con todo un continente, si lo consiguió no lo sabemos, lo que si sabemos es que allí fue donde conoció a Maria Eugenia, una gallina que comía en la mesa de al lado, y a la que Ramiro, tras varios guiños y besos lanzados, consiguió enamorar para luego ser el padre de cuantos huevos ella pusiera.
Fueron años felices, Ramiro y Maria Eugenia paseaban por las mañanas y cacareaban por las tardes. A veces se daban piquitos y otras veces comían gusanos. Pero como todo el mundo sabe y el que no lo sepa que lo apunte, el amor es eterno mientras dura, y una mañana, Ramiro, sintiendo que su amor se había esfumado, degolló a Maria Eugenia, la desplumó y la cocinó al chilindrón. Qué lleva el chilindrón no lo tengo aún muy claro, pero creo que lleva huevo duro y que es amarillo, si alguien quiere que ponga en el google "chilindrón" y que luego me cuente, aunque a mí, plin.
Tras la ruptura Ramiro se sintió durante los primeros días como un pajarillo en libertad, iba y venía a su antojo, había días en los que se levantaba y decía, hoy no me voy a hacer la cama, y no se la hacía el muy pilluelo. Otros en cambio se acordaba de los buenos tiempos con Maria Eugenia y se sentía un poco desgraciado, la verdad es que siempre ha sido un desgraciado, pero no se paraba muy a menudo a pensar en ello, pero sí, el tipo era un desgraciado de tomo y lomo. Ramiro se dijo a sí mismo, de nuevo hablando hacia dentro, que eran momentos de cambio, que tenía que tomar una decisión drástica, así que se fue a ver al Dalai Lama y se convirtió al budismo. Ramiro siempre recordará esta época como algo especial, de día miraba una piedra, y por las noches la piedra le miraba a él, Ramiro comprendió que todo está en el vacío y que el vacío está en todo, incluso le dijo al Dalai Lama que le podía pegar con un garrote en la cabeza y que a él, Ramiro, no le dolería ya que el garrote estaba hecho de nada y la nada no era más que nada, el maestro le corrió a boinazos y Ramiro tuvo que huir, se dio cuenta de que no había comprendido nada sobre la nada.