15 noviembre 2007

Reflexiones reflexivas sobre la flexible inflexión

45 días perdido en Santa Cruz, un pueblecito en el norte de Cuba, sin agua y sin luz cada dos por tres, con arroz y con cerdo, cerdo y arroz, arroz y cerdo, durmiendo poco, trabajando mucho, con dos documentales rodados a la espalda, un gato que invadía la habitación por las noches, el sonido de las ratas por debajo del suelo, el mar rugiendo siempre de fondo, palmeras y mucho coco, mi teléfono móvil robado y con sarna contagiada por mi perrita (ya estamos curados, tanto Maní, la perrita, como yo, pero por unas semanas fui un guionista con sarna, que es casi lo mismo que ser un guionista a secas), a golpe de guagua sacando planos y más planos, algunos con permiso, otros por la patilla (por la patilla izquierda, porque la derecha ya me la pelé). Unos días muy intensos que terminaron ayer, ya que, habiendo acabado me subí a un camión, luego a una máquina y finalmente a un carro viejo que me dejó en la escuela.
El proceso de documental fue una cosa muy rica, en primer lugar la investigación, salir a buscar posibles historias que valgan la pena, y haberlas haylas, como las meigas. Pero saber como hacerlas es lo difícil. En dos semanas conocimos a pescadores cuentacuentos, una pintora con la cara tatuada, una niña con síndrome de down que acababa de llegar de China de conseguir la medalla de bronce en Volleyball, un enterrador alegre, una pintora que pinta con la boca, una vendedora que se enamora de todos sus compradores, historias haberlas las hay.
El primer proyecto fue el de Jana, una cosa loquísima, un documental sin palabras, pura imagen y sonido, pero sin nada de palabras. Ahí lo dimos todo, imágenes de los tres pueblos, dos ríos, una montaña, cámara submarina, un documental muy loco sobre la libertad, un intento de hacer algo realmente bello, un salto al vacío que no sabemos si funcionará, pero que nos ha hecho trabajar duro y aprender mucho sobre el proceso del documental. Ahora el material se está editando, buscando hacer la escultura con la arcilla mojada, tratando de encontrarle una cara, y no es fácil, 10 minutos de duración y con más de 300 planos. La historia de un río y de los hombres, ahí es nada, un riesgo que nos encanta correr, ya que para eso estamos en una escuela, si no nos arriesgamos ahora mejor sería ponernos los calzones por sombrero y charlar con moscas amarillas.
Mil sitios increíbles, como Boca de Canasí, lugar donde el río llega al mar, entre dos montañas, con el cielo lleno de buitres encima de nuestras cabezas, o el río Rojo, efectivamente un río de color rojo que tiñe el mar de tres colores distintos. Grabando encima de un bote, encima de un carro de caballos, bajo el agua, en un tren de los años 30, en fábricas abandonadas, escuelas, una fábrica de puros, mil sitios, ahora lo difícil es darle forma a todo eso y tratar de expresar las sensaciones que buscamos.
Una vez acabado el de Jana empecé con el de Angelica, una documentalista brasileña. Hicimos un documental algo más normal, sobre dos personajes, por una parte un poeta de 77 años que luchó en la revolución y que por supuesto tiene un punto de vista muy revolucionario con Fidel en un pedestal y de otro poeta de 22 que tiene unas ideas totalmente contrarias a las del primero. Tratamos de armar un discurso por medio de las letras de los dos y con alguna entrevista, un documental que seguramente será censurado, pero que el cuerpo nos pedía hacerlo de esa manera, a lo hecho pecho.
Esa es la realidad del país, un contraste enorme entre dos generaciones tan distintas, los que vivieron la revolución y los que ya nacieron en ella. Un tema que desde que llegué me llamó la atención. Pero tal vez un tema prohibido.
Y después de tanta calamidad y tanto trabajo, con la sarna ya curada (no es broma, estuve con sarna durante unas semanas, con el cuerpo lleno de granos y muchos picores que picaban un chingo), con la sensación de que no se puede comer solo cerdo y arroz ni arroz y cerdo, con los pies mojados y arena en los bolsillos, con un cansancio acumulado pero contento del trabajo y con ganas de seguir trabajando, llego a la escuela, donde hay agua, hay luz, hay comida, hay libros y películas, hay gente,… muy grato volver, y al llegar me encuentro con que está en la escuela Jaime Rosales, uno de los mejores directores españoles que hay ahora mismo, ayer proyectaron su primera peli, "las horas del día" y esta noche nos vamos a La Habana para ver "la soledad", su segunda y última película. Él es una persona muy interesante, con un concepto del cine totalmente distinto a lo que nos tienen acostumbrados en España, y con ganas de seguir por ese camino aunque no encuentre todo el público que quiere, un tipo que con sus dos películas ha ido a Cannes y que casi nadie conoce en España, una cosa muy loca.
Así ha sido todo últimamente, mucho trabajo pero muy bien aprovechado, aprendiendo un huevo sobre documental, y con ganas de hacer más, de hecho tenemos una propuesta, que aún no es segura, de pasar las navidades en la Sierra Maestra y hacer allí un documental, aún no hay nada seguro, pero sería una manera muy bella de seguir trabajando. Mientras tanto a volver a aterrizar en la escuela, terminar de editar y empezar con las clases de nuevo. Aprovechando el tiempo al máximo, pero echando de menos a los buenos amigos y a toda la gente del otro lado, además con el móvil robado por lo que tampoco puedo mandar mensajes que alivian un poco la nostalgia. Siempre nos quedará el Internet que decía Napoleón.
Hasta aquí o dicho, espero saber de todos pronto, que se agradecen mucho unas palabrejas, vía blog o vía mail, pero de verdad que desde aquí cualquier cosita que contéis se valora muchísimo.
Os quiero y pienso mucho en todos vosotros, pero sigo aquí siguiendo un camino que no se donde me llevará, pero mi camino al fin y al cabo.